Las Culpas de Mamá

Todas nos hemos sentido culpables alguna vez en la relación con nuestros hijos. Queremos tantas cosas buenas para ellos y ser suficientes en tantos aspectos que cuando no nos sale o la circunstancia es justo todo lo contrario nos sentimos las responsables de todo.

A veces queremos ser tan súper mamás y darles tanto que nos encontramos con nuestras propias limitaciones como el tiempo, la paciencia, el dinero, la madurez emocional, intelectual, etc. Y al no cumplir nuestras altas expectativas nos invade el terrible sentimiento de culpa que, además, por si fuera poco, tiene tantas consecuencias negativas en la relación contigo misma y con tus hijos. El que siente culpa buscará pagar su culpa y eso nos lleva a dinámicas poco sanas.

Sin embargo no es que la culpa sea un mal sentimiento, de hecho es adecuado en la medida que nos hable tocando la puerta interior con un “toc,toc” usted está haciendo algo que va en contra de sus valores. Es un aviso de falta de integridad con uno mismo.

Sino sintiéramos culpa seriamos psicópatas que no tienen ningún remordimiento ante su conducta. En realidad, el problema es el manejo que tenemos y lo que hacemos con ella. Llega toca a tu puerta y voltea la casa de cabeza despertando partes de nosotras llenas de miedo y dolor.

Existen dos tipos de culpa, la culpa sana y la culpa tóxica. En la culpa sana te das cuenta que eso que hiciste te hace sentir mal. Tiene la función de modificar y hacer cambios, ya sea de conducta o un cambio de idea, una manera de ver una situación. Te pongo un ejemplo; Te sientes culpable porque no tuviste tiempo para adornar la famosa calaverita de noviembre de la escuela de tu hijo, Llegaste a la escuela a recogerlo y observas que pusieron exhibidas en la puerta de la entrada todas las calaveritas decoradas de sus amigos con chaquiras, encajes, bordados y que muchas mamás se pasaron días en este trabajo. Tú quieres que te trague la tierra de ver tu decorado de bolitas de papel que hiciste con prisa. Te sientes la más avergonzada y la peor de las mamás que no tuvo tiempo de hacer esta actividad con su hijo.

Cuando vives culpa sana, te percatas de este sentimiento y te permites sentirlo, aceptas que te hubiera gustado dedicar más tiempo al tema pero que has estado en varias cosas, que no puedes exigirte tanto, respiras profundo y aceptas tu circunstancia y hasta te das un apapacho con empatía.

La culpa sana también te permite observar que estás siendo dura contigo misma y poder cambiar esa idea de que lo tienes que hacer todo perfecto o te ayuda a poner atención en algún tema que se te está escapando con tu hijo.

Cuando vivimos la culpa validamos nuestra emoción, la aceptamos, observamos con objetividad nuestra circunstancia, somos empáticas con nosotras mismas, revisamos creencias, conductas y hacemos un plan de cambios.

 

TUS HIJOS SON UN APREDIZAJE DE VIDA Y TU ERES LA MAMÁ PERFECTA PARA ELLOS, ¡FUERA CULPAS!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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