Una traición no es lo que parece

Rogelio tiene 52 años, es un hombre afortunado en todos los sentidos, ha trabajado muy duro para tener la vida que tanto soñó, hoy es dueño de un consorcio de abogados que ha sido el sueño de toda su vida y que es altamente reconocido en su medio.

El y su familia ama los perros y han formado una organización que apoya, rescata y da servicio médico a muchos de ellos y eso los llena de felicidad.

Rogelio ha crecido de la mano y hombro con hombro de su esposa Susana, juntos han trabajado duro por todo lo que tienen, no heredaron nada, nadie se los regaló, de venir de un estatus social bajo juntos han construido una vida maravillosa, hoy tienen una hermosa casa en un club de golf, cuentan con un numeroso grupo de amigos que los admira y los aprecia, Rogelio y Susana son una referencia de lucha, amor, compromiso y entrega de todos los que los conocen.

Han procreado a tres bellas hijas, son su orgullo total, dos de ellas han terminado su carrera con excelencia y la última está estudiando en Nueva York música y promete ser una gran concertista en un futuro. La vida parece perfecta y no hay nada más que sentirse feliz y agradecido por todas las bendiciones que la vida les ha dado, pero algo está a punto de pasar en sus vidas que cambiará el curso de todo lo conocido.

Es martes y Susana llega más temprano de lo normal a casa, Rogelio ya ha llegado y está tomando su vino y escuchando música clásica que es una de sus grandes pasiones. Susana besa su frente y le entrega una carta de más de 10 hojas donde le explica que lleva más de 1 año engañándolo con el financiero de la empresa. Rogelio empieza a leer la carta desconcertado, no sabe que hay en ella, pero en la atmosfera se siente que algo no está bien. Ella le deja la carta y le da espacio para que la lea mientras empaca sus cosas en una maleta. Rogelio empieza a derramar lágrimas totalmente desconcertado, esto parece una mala broma, no lo puede creer.

Susana se sienta frente a él como solía hacerlo cuando tomaban juntos el vino y con lágrimas en los ojos, pero con un halo de temple y valor le dice que no puede callar más, que necesita gritar lo que siente, que la perdona, que lo ama y lo admira más que nadie pero que ya no lo ama y que se va de la casa en ese momento.

Si alguien le hubiera dicho a Rogelio por la mañana que una cosa asa iba a pasar por la tarde, se hubiera muerto de la risa, hubiera pensado, ¡qué imaginación más grande!, Rogelio nunca sospechó nada, no tenía ni idea que Susana tenía un amante, ellos seguían igual, no parecía que hubiera algo mal en su matrimonio, Susana tenía algunos cambios de comportamiento, sobre todo en el ámbito sexual pero para Rogelio era solo un exceso de trabajo y que la vida sexual después de más de 30 años juntos ya no es tan importante. Nada que lo hiciera sospechar un problema.

Ese día su mundo se puso de cabeza, ese día la mujer que lo acompañó por más de 30 años era otra, parecía que no la conocía, que nunca la conoció en realidad. Ese día se rompió una parte de su interior. Susana lo vio en estado de shock, le dio un beso en la frente y le dijo: Perdóname, lo que menos quise es lastimarte y se fue con sus cosas de la casa.

¿Qué falló? ¿Dónde estuvo el error? ¿Hay error? ¿Hay culpables?, víctimas o victimarios. Muchas personas podrían pensar que Rogelio es la victima porque fue abandonado por una mujer que se enamoró perdidamente de su amante y dejó todo por él. Otros podrán empatizar con Susana y pensar que ella era una mujer que merecía ser feliz, que había dado todo por su familia y que hoy quería ver por ella.

Muchas veces pensamos solo en términos de víctimas y culpables y no solemos entender que esos son conceptos con los que hemos entendido la realidad pero que en la vida real no hay ni unos ni otros. Pensamos que hay un lugar correcto o una visión correcta de la realidad sin entender que pensar así es muy limitado y arrogante.

No existe una visión correcta de la realidad existe una realidad vivida desde dos ángulos diferentes, desde dos historias diferentes, desde dos necesidades diferentes, desde dos viajes distintos. A veces juzgamos a una persona por actuar de una forma que en nuestra visión de la realidad no es lo correcto, pero no sabemos la batalla que había en su interior, no sabemos las circunstancias que nos hacen hacer lo que hacemos.

Como terapeuta de parejas, cuando escucho las dos visiones de mis pacientes pienso en que ambas son correctas y que desgastamos tanto las relaciones discutiendo por ver quién tiene la razón porque pensamos que es obvio y por sentido común. En las relaciones afectivas el sentido común no existe, porque esas relaciones están capitaneadas por nuestras partes menos racionales y a veces lo que marca el sentido común no tiene nada que ver con lo que el otro está sintiendo

La vida no es fácil para nadie, siempre hay una realidad que cambia cuando más acomodados estamos en una circunstancia y sin darnos cuenta somos lanzados a una nueva aventura que nos lleva a cambiar, movernos y transformarnos. No hay que acomodarnos en la realidad porque la constante es el cambio y eso nos cuesta trabajo aceptar.

La forma en como yo veo la realidad que tampoco es la correcta pero que intento mirar con empatía y objetividad de ambos lados es que ella tenía 16 años cuando empezó la relación con Rogelio, él era 6 años mayor que ella, tenía 22, él había sido el único hombre de su vida y ella siempre se dedicó a ser lo que él esperaba de ella, por muchos años fue la mujer perfecta, la madre perfecta, la trabajadora impecable pero en realidad había una parte que Susana desconocida para sí misma y que se despertó con su nueva relación.

Ese hombre despertó una parte en Susana que la hizo ser ella misma, sentirse libre y con la capacidad de ser ella misma. No es que Rogelio no se lo permitiera, es que ni ella misma lo conocía y la personalidad de Rogelio no daba espacio para eso. Ella no renunciaría jamás a ese descubrimiento de ella misma.

Muchos pensarán que quizá no era la forma de hacerlo, pero quiero pensar que no era una decisión nada fácil para ella, el valor que debía tener para dejar todo, absolutamente todo lo que le daba identidad. Su esposo, sus hijas, su casa, su familia, su perro, sus amigos, todo era parte de una ella que ya no era el motor que la hacía feliz.

 


Rogelio es un buen hombre, tampoco es el culpable o la víctima de la situación. Es un hombre acostumbrado a ganar, a luchar, a tener la vida que quiere. Es una persona sensible y tiene alma de ganador. Esto vino a romper todo su ego, quizá esa era la materia que necesitaba aprender.

Quizá la vida le tenía preparada una dura lección de vulnerabilidad, apego y contacto con él mismo. Quizá nada de esto es un error y todos tenían una materia que cursar y un aprendizaje que integrar porque nuestra Alma no vino a estar cómoda sino a aprender y crecer y eso nos lleva a elegir las experiencias que nos llevarán a la materia que necesitamos cursar y aprender nuestra lección.

No hay que juzgar, dejemos de pensar en términos de víctimas y culpables, de correcto e incorrecto. Lo que para una persona es lo correcto para la otra no lo es en relación a muchas cosas. Hay que aprender a compartir mundos sin imponer y respetar las batallas que cada uno vive porque solo esa persona en el fondo de su ser sabe por qué. Todo lo que llega a nuestra vida es una elección estemos enterados o no, y tiene un sentido de aprendizaje y crecimiento. Salgamos del ego, eso solo trae más dolor.

Anamar Orihuela

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